
Hablo desde dentro
como si nada de lo demás de mi existiera,
no tengo labios,
no tengo ojos,
no tengo brazos ni sexo.
Las estrellas que me vieron nacer
saben que mi voz no existe.
Soy como una luz que no se apaga,
proyección sin límite de sentimientos
que traspasa como el aire,
la invisibilidad de la existencia.
Mi alma,
pasajera en el vehículo de mi cuerpo,
viaja hasta el fin de su trayecto,
cuya meta es la de perfeccionarse, engrandecerse…
Por eso,
si te digo que te adoro: no me hagas caso,
pues el amor, no tiene palabras;
Por eso,
si te digo que te deseo: no me hagas caso,
pues el amor, no tiene cuerpo;
Por eso,
si te miro: no me hagas caso,
pues el amor, no tiene ojos;
Pero si te amo , amor,
créeme,
nunca verás el lazo
con el que me ato a ti
y jamás serás mi esclavo
aunque no sepas cómo
no puedes ya
separarte de mí.
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